PUENTE DE DICIEMBRE: FRANCIA
Un pueblo de cuento, con una tradición ligada a la cultura del vino y al ermitaño Emilion, que se refugió en una ermita excavada en el suelo en el siglo VIII y que tras su muerte dio nombre a la villa que fundaron los monjes benedictinos como homenaje.
Cuanta la leyenda que Emilion trabajada en las cocinas de un gran señor de Vannes, y que viendo a sus vecinos pasar hambre solía llevarles pan sobrante de la excelsa mesa de su amo. Un día fue acusado de robar el pan, y cuando fueron a apresarlo le preguntaron que qué llevaba bajo su capa. Sin darse la vuelta contestó que llevaba madera, y cuando se giró, el milagro obró y los panes se convirtieron en troncos de madera. A partir de entonces, se marchó de la ciudad e inició una peregrinación a lo largo de la costa atlántica hasta llegar a Ascumbas (antiguo nombre de Saint-Emilión), y se escondió en las cuevas que fueron su hogar hasta su muerte.
Bajo el suelo de esta ciudad se encuentra uno de sus mayores tesoros, la iglesia monolítica más grande de Europa. Una auténtica maravilla arquitectónica que no dejan fotografiar puesto que pertenece a patrimonio privado.
Junto a la iglesia, se encuentra, por supuesto la ermita del monje y las catacumbas, autentico laberintos de galerías con un montón de tumbas donde se enterraban las familias acaudaladas de la región y los niños.
Saint-Émilion fue un importante destino de peregrinación desde la muerte del santo hasta que Napoleón expolió el lugar destruyendo las reliquias y con ello la riqueza del lugar.
Sin embargo, no todo se perdió. En sus viñedos se cultivaban vides de merlot y Cabernet franc, con alto rendimiento desde la época de los romanos en el siglo II, que dieron lugar a la creación de impresionantes châteaux con excelentes caldos.
Recomiendo pasar por La Oficina de turismo para concertar una visita guiada por el subsuelo de la villa, así como los viñedos puesto que no se puede ver de otra forma.
SAINT-ÉMILION
Un pueblo de cuento, con una tradición ligada a la cultura del vino y al ermitaño Emilion, que se refugió en una ermita excavada en el suelo en el siglo VIII y que tras su muerte dio nombre a la villa que fundaron los monjes benedictinos como homenaje.
Cuanta la leyenda que Emilion trabajada en las cocinas de un gran señor de Vannes, y que viendo a sus vecinos pasar hambre solía llevarles pan sobrante de la excelsa mesa de su amo. Un día fue acusado de robar el pan, y cuando fueron a apresarlo le preguntaron que qué llevaba bajo su capa. Sin darse la vuelta contestó que llevaba madera, y cuando se giró, el milagro obró y los panes se convirtieron en troncos de madera. A partir de entonces, se marchó de la ciudad e inició una peregrinación a lo largo de la costa atlántica hasta llegar a Ascumbas (antiguo nombre de Saint-Emilión), y se escondió en las cuevas que fueron su hogar hasta su muerte.
Bajo el suelo de esta ciudad se encuentra uno de sus mayores tesoros, la iglesia monolítica más grande de Europa. Una auténtica maravilla arquitectónica que no dejan fotografiar puesto que pertenece a patrimonio privado.
Junto a la iglesia, se encuentra, por supuesto la ermita del monje y las catacumbas, autentico laberintos de galerías con un montón de tumbas donde se enterraban las familias acaudaladas de la región y los niños.
Saint-Émilion fue un importante destino de peregrinación desde la muerte del santo hasta que Napoleón expolió el lugar destruyendo las reliquias y con ello la riqueza del lugar.
Sin embargo, no todo se perdió. En sus viñedos se cultivaban vides de merlot y Cabernet franc, con alto rendimiento desde la época de los romanos en el siglo II, que dieron lugar a la creación de impresionantes châteaux con excelentes caldos.
Recomiendo pasar por La Oficina de turismo para concertar una visita guiada por el subsuelo de la villa, así como los viñedos puesto que no se puede ver de otra forma.
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